domingo, 16 de agosto de 2015

AITOR CARMONA | EXPERIENCIAS GANADORAS: CALA ESCORXADA



Hay días en los que te sientes como un ganador. Hay días en lo que te das cuenta que has superado tus límites y, como digo yo, "te has ganado". Esas veces que aunque no hayas hecho nada demasiado extraordinario, has podido explorar tu interior y darte cuenta que sigues creciendo.

Empezaré por el principio...


Llevábamos varios días en MENORCA disfrutando de la grandeza de la isla. Habíamos visitado bastantes calas que nos habían dejado con la boca abierta, paisajes maravillosos y casi salvajes que estaban a poco más de una hora en avión de mi ciudad, VITORIA-GASTEIZ, pero que poseían el poso de una película digna de HOLLYWOOD. Cala MACARELLA y MACARELLETA, TURQUETA, MITJANA y MITJANETA... Verdaderos paraísos europeos que, desde aquí, recomiendo visitar a cualquier persona. Aunque, como casi siempre, todo tiene un pero. Podéis imaginar la cantidad de gente que podía estar en las calas en pleno mes de Agosto. La arena se había convertido en una huerta de sombrillas que no dejaban, a penas, libertad movimiento.

Aprovechando que habíamos entablado una buena relación con el chico de la recepción del hotel, quise hablar con él un día al respecto. Necesitábamos encontrar algo diferente, que no estuviera tan masificado.

- Hemos visitado las calas que recomiendan en todas las guías de viaje y son preciosas pero, obviamente, están llenas de turistas. Nos gustaría encontrar algo distinto, algo bello pero que no esté al alcance de cualquiera.

- Jajaja ya sé a lo que te refieres y creo que puedo ayudarte.

- Tienes toda mi atención.

El recepcionista sacó un mapa y comenzó a explicarnos como llegar hasta CALA ESCORXADA, un lugar destinado a personas con coraje y en buena forma física.

Al día siguiente, madrugamos y cogimos el coche hasta SANT TOMÀS, situado al sur de la isla. Allí nos encontramos un enorme aparcamiento de tierra ubicado como puerta de entrada a una playa. Estacionamos nuestro vehículo y comenzamos nuestra andadura...

El primer tramo del camino era básicamente arena, recorriendo el perfil de las playas limítrofes. Alrededor de 20 minutos andando a un paso ligero que, añadido a los más de 30 grados, conseguían poner a prueba tus gemelos.

Seguidamente nos adentramos en un bosque frondoso en el que nos llegamos a desorientar una vez. La temperatura ambiental seguía haciendo mella en nosotros pero conseguimos concluir el segundo escalafón en algo más de medía hora.

Aunque, todavía sin saberlo, quedaba la parte mas peligrosa. Un camino entre acantilados que, aún no siendo largo, era de bastante complejidad. Rocas resbaladizas, bajadas y subidas a pleno sol  que, poniendo un mal pié, corres el riesgo de caer al agua desde muchos metros. En esos momentos comienza a sobrevolar tu cabeza la duda, siempre razonable, de dejarlo, de volver al coche, de cuestionarte por qué coño estás haciendo esto y si, verdaderamente, puede valer la pena.

Pero de pronto, comienzas a ver unos barcos amarrados a lo lejos, señal inequívoca de que algo bueno hay cerca. Poco a poco te vas acercando, aunque ya con una motivación más clara y en primer plano. Y es cuando se llega a una pequeña explanada de piedra, desde la que se puede divisar la gran CALA ESCORXADA. Preciosa, paradisíaca, acogedora... un lugar donde solo se puede acceder en barco o a través del camino que acabábamos de terminar. Teníamos el gran premio entre las manos y era mejor de lo que hubiéramos imaginados. Emocionante y reconfortante.

Estábamos cansados, fatigados y sabiendo que todavía quedaba la vuelta. Pero la más de hora y medía de camino extremo nos había merecido la pena. Nos sentíamos como dos ganadores, orgullosos de no haber abandonado, capaces de ganarse a si mismos y con la certeza de que acabábamos de crecer como seres humanos.



AITOR CARMONA
Coach de EL EFECTO GANADOR

No hay comentarios:

Publicar un comentario